In the year since El Salvador declared a state of emergency, the government has delivered a stunning blow to the gangs that were once the ultimate authority in much of the country.
En el año que ha transcurrido desde que El Salvador declaró un estado de emergencia, el gobierno le ha propinado un golpe demoledor a las pandillas que solían ser la máxima autoridad en gran parte del país.
Una gran parte de los salvadoreños está dispuesta a tolerar a un líder de tendencias autoritarias a cambio de la solución a su preocupación más acuciante: la violencia de las pandillas.
Much of the country’s population is willing to tolerate an autocratic leader, if it means that someone will finally solve their most pressing problem: gang violence.